Colloto desde el cielo

Aparecen, de vez en cuando, en lontananza y casi indistinguibles, haciéndose reconocibles según el vaivén del viento, y acercándose, engrandeciéndose por el colorido de su ala flexible, que poco a poco y jugueteando con los peligros de las turbulencias, viene a dejarnos ver la figura del intrépido tripulante que maneja el parapente.

Sensaciones distantes nos causan estos émulos de Dédalo, el mito griego que para escapar de la isla donde estaba prisionero fabricó unas alas para él y su hijo Ícaro, utilizando plumas de diversos tamaños entrelazadas, asegurándolas con hilo y cera. Por un lado la intranquilidad y apuro de ver a figuras tan frágiles al merced de fuerzas sobrehumanas y difícilmente controlables, y por otro lado, la envidia de aquel que surca el cielo, contemplando con privilegio y desde lugar inalcanzable las maravillas visuales que nos rodean.

Tal placer es privilegio de unos pocos, quienes además de luchar contra plegadas y colapsos a alturas inapropiadas, en sus libres vuelos tienen el valor suficiente como para fotografiar y filmar desde tales alturas aquello que van dejando tras su pasar.

Y, generosamente, uno de ellos, nos dejó constancia de su periplo en paramotor sobre Colloto y alrededores, un despejado diciembre del 2007.