Personajes con historia

El tiempo pasa con pasmosa celeridad. De nuevo estamos en el umbral de las fiestas de nuestro barrio. Como norma de “obligado cumplimiento”, me dispongo a recordar, una vez más, a una de entre las muchas personas que he conocido y admirado en mi lejana adolescencia. Las trayectorias y contenidos de la vida de los personajes que hasta ahora he venido recordando, suelen tener en su mayoría unos mismos denominadores comunes: el riesgo, la visión de futuro, la laboriosidad, la perseverancia. Todas estas características habían concurrido en la persona que este año queremos y vamos a recordar: Wenceslao Sánchez Cimadevilla- LAO.

Nace Wenceslao el año 1906, en el “histórico” barrio de La Caleyuca. Hijo de Ramón el Chato y Laura la Chova, sería el segundo de los hijos habidos en el matrimonio, después de su hermano Pepe y anterior a su hermana Josefina.

Discurre su niñez y adolescencia como la de todos los contemporáneos de su edad, practicando los diversos juegos de la época (la mayoría hoy olvidados), y asistiendo a las escuelas de la localidad para recibir la adecuada enseñanza y educación. A los catorce años (edad de inicio laboral), comienza a trabajar en la tienda de Paco el de Patricio, desempeñando labores de ayudante y recadista. Esta primera etapa laboral, llegaría a tener una influencia importantísima en el futuro profesional de nuestro personaje.

Sus pasos de juventud, tampoco difieren mucho de los seguidos por los de su misma generación. En las acostumbradas tertulias con sus amigos (generalmente en la Plazoleta de El Pueblo), solían comentar las “hazañas” más recientes, y planificar conjuntamente los itinerarios y actividades de los días próximos.

Después de unos años de aprendizaje, sus responsables padres creen llegado el momento de intentar asegurar el futuro económico de su segundo hijo; inquietud que ya habían tenido con su primogénito Pepe, hasta su ingreso en la Escuela de Aprendices de la Fábrica de Armas de Oviedo. El “consejo familiar” decide aceptar las condiciones económicas ofertadas por el entonces dueño de Casa Ricardo, firmándose el correspondiente contrato de arrendamiento y traspaso (año 1925). Así es como inició su actividad la tienda de comestibles CASA LAO.

Una vez normalizadas las funciones de su comercio; el siguiente paso sería el tratar de estabilizar un poco su propia vida personal. En agosto de 1938 contrae matrimonio con la joven Nieves Mier Olay, hija de una conocidísima familia collotense. Las primeras felicitaciones (también las bromas), partirían de sus más íntimos amigos. Algunos, como Jesús el Piollu, Adolfín el Llargatu, Chus el de Nuncia, Pin el de Carolina, Lorenzón, Alfredo Ordóñez, entre otros; ya habían celebrado anticipadamente el anuncio de este trascendental acontecimiento.

El cambio experimentado en su nuevo estado, pronto se haría notar. La valiosa colaboración de Nieves en las cotidianas tareas comerciales le procurarían el sosiego y la tranquilidad que hasta el momento le faltaban. En tiempos de mi niñez, existían en Colloto cinco de estas tradicionales tiendas, que abastecían a casi todos los hogares de nuestro pueblo; incluso a muchas familias de localidades próximas: La mencionada Casa Lao, Casa Saturno, Casa Paco, Casa Marina el Risu y Casa Munda. Aunque pueda parecer un contrasentido, estos pequeños comercios llegaron a desempeñar meritorias funciones sociales en épocas de extrema necesidad (Contienda Civil- posguerra). La venta “al fiado” de sus productos, sin condición previa alguna; garantizaban temporalmente la subsistencia de muchas familias que estaban afectadas por enfermedades o la falta de trabajo.

El comercio de nuestro personaje, era sin lugar a dudas el número uno, en el volumen total de ventas. Su privilegiada ubicación y el característico trato cordial que siempre recibían sus clientes eran algunos de los factores que podrían justificar esta supremacía. A juzgar por lo que uno había visto y oído, no le deberían ir mal las cosas a nuestro personaje ya que años más tarde, se haría propietario del establecimiento arrendado; ampliaría su actividad con la apertura de un almacén de piensos (año 1940), e inauguraría un modesto bar, en local anexo a su comercio (año 1945).

El bar Casa Lao (el mismo nombre de su comercio), había tenido desde un principio una favorable acogida entre la numerosa clientela de su tienda. Pronto se haría famoso su local, por las muchas partidas de brisca que diariamente se disputaban. Los importantes campeonatos que anualmente solían celebrarse, contribuían aún más, a propagar la difusión del nombre de este establecimiento. El final de los mismos, culminaba casi siempre con una comida de hermandad de las parejas participantes, en el bar Casa la Fusa de Noreña.

Otro de los momentos de convivencia con su fiel clientela, tenía lugar en los primeros días de Agosto, concretamente el día de San Lorenzo. Era en esta fecha donde acostumbraba Wenceslao a obsequiarles con la degustación de una barrica de vino añejo. El lugar elegido, un sombreado prado al lado de la famosa pista de baile (sendero La Fontica).

Después de toda una vida de dedicación plena a su trabajo (me refiero al matrimonio) les llegaría por fin la merecida jubilación que ambos ya necesitaban. Su hijo José Ramón, junto con su nuera Mari, asumirían la responsabilidad de seguir manteniendo la misma actividad dando paso al inicio de un nuevo ciclo familiar.

Aquejado de una corta enfermedad, fallecía nuestro inolvidable personaje el día 2 de Mayo de 1983, a los 77 años de edad. Su esposa Nieves, le acompañaría el 23 de Febrero de 1996 tras padecer también una breve e inesperada dolencia. Las manifestaciones de duelo en ambos sepelios, fueron de las más emotivas y multitudinarias. Habían sido una clara demostración del afecto y simpatía que todos habían sentido por los finados.

En estos momentos actuales, donde tanto se reivindican los derechos de la mujer (afortunadamente la mayoría conseguidos), quiero rendir un cariñoso y emocionado recuerdo a todas aquellas con las que he tenido la dicha de compartir vecindad, en el entonces “populoso y famoso” barrio de La Caleyuca (lugar de nacimiento de nuestro personaje): Oliva la Morena, Ladia la del Ferrador, Celesta la Pardona y su hija Carmina, Marina el Zamancu, Josefa la Enricona, Joaquina la Bruja, las hermanas Teresa y Manuela las de Vallín, Nieves la de Amador, Dulia la del Maño, Telva el Sol (por supuesto), Ramona el Maolo, Teresa el Río, Sabel el Pelayo, Generosina la Querida, Rosina e hijas las del Retiro, Quica Montaña, Jovita la del Curro, Lola la Malata, Palmira la de Rodrigo, Feliciana Roces, su nuera María el Redondu, Valentina la del Bar y Carmina el Gaiteru. A todas ellas mi más profundo reconocimiento y admiración.

RAMÓN G. CASERO